Como en ningún otro lugar de la Argentina, la flora y la fauna autóctona se encuentran tan ligada al paisaje, enriqueciendo con su presencia el colorido de su hábitat natural. Una buena muestra de esta combinación la encontramos en el Parque Nacional Iguazú, donde la variedad de las especies, producto del clima subtropical, le han originado la denominación de "Paraíso". Riqueza y abundancia se conjugan en los suelos y en las selvas misioneras, eden de la flora y fauna subtropical entre altísimos árboles e intrincados helechos, alumbrando el nacimiento de delicadas orquídeas y toda clase de plantas exóticas. En el reino animal, los tucanes de multicolores picos, los loros del monte, la agilidad de pumas y yaguaretés y la increible profusión de pájaros, reptiles y monos aportan su cuota de movimiento y armonía. Asombrando a los turistas, cuando ven deslizarse por las pasarelas de las Cataratas del Iguazú a simpáticas iguanas, ya acostumbradas a la curisidad de los visitantes. En tanto, los ríos son habitados por especies icticolas sumamente apreciadas por su tamaño, como el patí, el manguruyú y el dorado, rey indiscutido de la hidrografía local y respetado rival del pescador más avezado.
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